viernes, 18 de septiembre de 2009

Wonderland parte 4: El y yo

Paseando por el mundo, mirando a la gente como simple compañía.
Presumiendo de su vida infinita y sonriendo de forma egoísta.
Me recuerda demasiado a lo que una vez fui o tal vez aun soy.
Demasiado tranquilo, demasiado pensante, demasiado comprensivo, demasiado todo.
Un ser que lo tiene todo y al mismo tiempo no tiene nada,
no me gusta como me comporto pero tampoco me gustaría ser de otra manera,
simplemente yo.
Percibo la desesperación y quizás, tan solo quizás sienta lastima,
porque en un mundo lleno de errores no se puede sentir mucho,
siento la inutilidad de mis acciones, las que me benefician a mi, a mi y solo a mi.
Las tinieblas de la mañana anuncian un día hermoso a mi parecer,
dentro de mi sonríe, en la oscuridad de mis entrañas, estoy feliz...
¿Pero lo estarán otros? Debería no importarme, trato de seguir sin pensar creo que no puedo.
Creer no es suficiente.
¿Si no puedes creer que queda? Nada.
No puede ser que el mundo siga un ciclo uniforme, como el océano.
Una amargura muy grande invade mi ser, mas grande que la que habitaba ya ahí,
todavía me atrevo a pensar que no vale la pena vivir. Gracias a esta tristeza,
tan dolorosa... y cortante.
No tiene importancia después de un tiempo me acostumbrare.
Camino por un pantano húmedo y peligrosamente silencioso, debo llegar, debo llegar,
completa mente necesario para mi ser.
Mi hermano me esperaba sentado en una de las ramas de un árbol podrido, no ah cambiado nada.
-Alexander, has venido!- me abrazo fuertemente después de una amigable sonrisa,
estaba realmente frío. Nos sentamos y platicamos por un largo tiempo, me miro fijamente.
Después saco unos extraños cigarros de su bolsillo y me ofreció uno, lo tome,
pero dude cuando me ofreció fuego.
En lo interior de mis pensamientos recorría la idea de que el quisiera hacerme daño,
por todos los momentos de soledad y haberlo creído muerto,
las hojas secas de los arboles crujían con el viento. No sabia como fumar así que al principio me ahogue.
Sam me miro con ternura y dijo
-Ven conmigo, yo te cuidare y te haré fuerte.- Me sorprendió y baje la cabeza
-Pero... mama
Su rostro cambio a una mueca molesta y después negó con la mano.
-En tus pensamientos distingo un valle de lágrimas que desaparece pero existe.
Coloque mis manos en mi regazo,
y trate de entender lo que significaban aquellas palabras,
me tomo de los hombros seriamente.
-Te necesito aquí- La profundidad de sus ojos me hipnotizaban, asentí.

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