Mis ojos cansados mirando a la nada y un tenue dolor de cabeza me hace temblar, recuerdo la espantosa noche que pase, platicando con el silencio, entreteniéndome con el insomnio, viendo las voluptuosas siluetas en la eterna negrura, solamente hasta que se hizo de día. Me levanto impaciente veinte minutos antes de lo debido, enciendo la luz de golpe y fruncí el ceño de inmediato.
El día anterior había golpeado la pared, me dolían los nudillos y la muñeca derecha, vende mi brazo rápidamente y me apresure a salir de casa, era una mañana considerablemente fría, podía observar la humedad acumulada en los vidrios de algunos carros, la calle estaba desierta.
camine hasta el parque, al que habitualmente iba los viernes por la tarde, con escasos arboles y una vista perfecta el barranco, después surgió una suposición seguida por un abrazo, conocía esa energía, y la sentía, pero no habían latidos.
-Sam?- dije suavemente, después me voltee, no lo veía pero sabia que el estaba ahí.
El viento pronunciaba mi nombre suavemente, como el me llamaba, Alexander.
No hay comentarios:
Publicar un comentario